¿Sabías que en internet lo que parece gratis en realidad tiene un precio? Y ese precio eres tú.
Muchos de los servicios y aplicaciones que usamos a diario no nos cobran ni un centavo por registrarnos. Pero, ¿qué pasa detrás de escena? Las plataformas recopilan nuestros datos personales y nos bombardean con anuncios súper personalizados. Así, ellos ganan dinero y nosotros… bueno, seguimos pensando que todo es gratis.
Y aquí viene lo más loco: algunas de estas apps y servicios ofrecen opciones premium para eliminar anuncios o acceder a funciones extra. O sea, ¡pagamos para que dejen de vendernos cosas!
En resumen: estamos en un círculo donde lo “gratis” nos cuesta nuestros datos y, si queremos una experiencia mejor, ¡terminamos pagando de verdad!
Entonces, la próxima vez que te registres en algo “gratis”, recuerda: tú eres el verdadero producto.